Intenso debate en Berlín, en el marco de El pont blau, sobre turismo y cultura en las Islas Baleares
   
Porcel considera enervante que Mallorca sea sólo destino vacacional para Aznar y el Rey que nunca hacen uso del catalán en público
   
Por Alejandro Lorente
   
En la berlinesa Kulturbrauerei, una cervecería legendaria convertida en centro cultural, se ha celebrado una mesa redonda sobre el tema: Turismo y cultura en las Islas Baleares. Un debate especialmente interesante al celebrarse en la capital de Alemania, habida cuenta de la enorme cantidad de turistas de esta nacionalidad (cerca de 2,5 millones) que visitan cada año las Islas Baleares. En la mesa redonda participaron el escritor Baltasar Porcel, el catalanófilo de la Universidad de Francfort Til Stegmann, Cornelia Staudacher, autora de una guía literaria mallorquina (Spaziergänge durch das literarische Mallorca), Josep Moll, el director de la Oficina del Gobierno Balear en Berlín, y el periodista Joachim Fahrun, del Berliner Morgenpost, quién vivió dos años en Mallorca, donde trabajó para el Mallorca Magazine. El también periodista Martin Paulus fue el moderador del debate.

El acto es uno de los casi 30 actos que desde el pasado día 23 y hasta el 3 de noviembre ofrece el porgrama de El pont blau (Die blaue Brücke), Jornadas culturales de las Islas Baleares y Cataluña en Berlín, promovidas por el Institut Ramon Llull, organismo para la proyección exterior de la lengua y cultura catalanas creado por los gobiernos de la Generalitat de Cataluña y de las Islas Baleares en colaborasción con el ministerior de Asuntos Exteriores español.

De la guerra civil a la invasión turística

Baltasar Porcel aseguró que la situación de la vida cultural en la Mallorca de hoy es más que dramática. Describió una Mallorca atenazada desde el fin de la guerra civil por la implantación forzosa del castellano, así como por la imparable llegada del turismo masivo, lo que produjo un desleimiento cada vez mayor de la población y lengua propias. Según Porcel, se ha producido un claro declive de la actividad cultural autóctona desde principios del siglo XX hasta la fecha actual. Porcel comentó que la rica literatura balear no podría subsistir sin el mercado editorial de Cataluña. El autor mallorquín fue más lejos al asegurar que de hecho los suyos no sólo aceptan, sino que les gusta esa situación de indefensión en que se ven inmersos, sobre todo ahora que están en minoría numérica. Para Porcel no deja de ser enervante que Mallorca sea lugar de vacaciones del presidente del gobierno, a quién nunca se le ha escuchado hablar catalán, y del rey quién, según el autor, habla y entiende el catalán, pero nunca hace uso de esta lengua en público.
Cornelia Staudacher remarcó que el término de "Isla de la calma", acuñado a comienzos del siglo XX por el pintor y escritor catalán Santiago Rusiñol ha quedado "pulverizado" por la realidad actual de la isla.

Un alemán discriminado

El periodista Joachim Fahrun confesó que nunca en su vida se había sentido tan discriminado como en Mallorca, sin posibilidad alguna de acceder a la vida cultural de la isla y lamentó las trabas que se encuentran para adentrarse a un universo cultural a su modo de ver estanco. Fahrun dio un toque polémico al debate al asegurar que los escritores de todo el mundo que fueron en la década de los 30 a la isla no lo hicieron por la vida cultural, sino porque era un lugar hermoso y barato. Ahora, aseguró Fahrun, los mallorquines viven, y muy bien, del turismo. Porcel replicó a estas palabras que no sólo son los mallorquines los que viven del turismo, sino también todos los demás. Mencionó que la totalidad de los coches de alquiler tienen matrícula de Madrid, y que los empresarios hoteleros sólo revierten el 3% de sus beneficios en Mallorca. Para Porcel, es más que grave que la inmensa mayoría, por no decir todos, los escritores que viven en Mallorca no han leído ni un solo libro en catalán. Comentó que Robert Graves, quién vivió y escribió 20 años en la isla, era netamente anticatalanista, a pesar de hablar catalán. Para Graves el mallorquín era una mezcla lingüística de francés meridional y una jerigonza norteafricana. También refirió que estaba casi seguro de que Borges no había leído ni una sola línea en catalán.

La primera colonización de Mallorca

El profesor Til Stegmann se mostró optimista con que la nueva corriente que busca vincular en mayor medida turismo y cultura logré tener éxito, y remarcó que si los mallorquines no cuidan su cultura no es porque les sea indiferente, sino por imposiciones del sistema educativo español. También hizo un breve repaso a la riqueza literaria ofrecida por la isla a lo largo del siglo XX. Stegmann adujo que antes de que los europeos colonizaran Mallorca ya se había producido una colonización lingüística española.

La polémica ecotasa

Josep Moll celebró las palabras de Stegmann, y las apuntaló con su propia biografía. Su padre era editor y no le fue permitido nunca publicar ningún título en catalán. Sobre el polémico asunto de la ecotasa, Moll comentó que había una confusión idomática, ya que en Alemania se tradujo este término por Ökosteuer, o sea impuesto ecológico, lo que en absoluto se ajustaría al sentido literal de la ecotasa, que no es otro que el de reparar de la manera más directa posible los daños ocasionados al medio ambiente por el turismo. La ecotasa debería traducirse al alemán por Kurtax o Kurgebühr, una tasa impuesta que hoy día es realidad en muchas playas alemanas. Para Fahrun, la ecotasa no es el problema, ya que los alemanes sin medios no van a dejar de ir a Mallorca por este incremento de los costes de vacaciones, ya que ya hace tiempo que estos optaron por otros destinos turísticos como Bulgaria. Fahrun se mostró convencido de que eliminando el turismo masivo, a la luz de la tendencia actual de fomentar el turismo cultural y rural en detrimento del masivo, no se le haría ningún favor a la actividad cultural de la isla.
Josep Moll contestó que lo ideal sería mantener el flujo turístico actual, pero repartido a lo largo de todo el año, fomentando actividades de temporada baja como la equitación, o el cuidado invernal de caballos. Para concluir, Moll aseguró que Porcel no tenía razón al decir que los mallorquines estaban en minoría. También incidió en la importancia de aprender la lengua propia del lugar donde uno vive. Cuando llegó hace 40 años a Alemania le pareció desde un primer momento lo más lógico y normal aprender la lengua del país. Acercarse a la lengua autóctona es para Moll la llave que da acceso cabal al universo cultural de las islas. Berlín, 28.10.2002

   


Berlín, 28.10.2002
   

· · Podeu consultar el programa detallat d'El pont blau i altres informacions sobre les activitats i protagonistes de les Jornades als webs: www.elpontblau.com i www.dieblauebruecke.de

   

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Disseny| Marcela Polgar